22/1/12

un despido con Etta James duele menos


Hace pocos meses hice un visionado intensivo de la cuarta temporada de Mad Men, y como siempre (aparte de sus virtudes evidentes, que no voy a glosar aquí), me quedé con la magnífica selección musical, con las canciones que cierran cada episodio cuando la imagen funde a negro y aparecen los créditos. Pero hubo uno que me llamó especialmente la atención, el titulado Blowing Smoke, tras la escena final en la que Don Draper recibe en su despacho a los empleados que va a despedir. Y tras ese momento, sonó la canción. Para qué engañarnos, no soy una enciclopedia ambulante y como quería saber quién era la intérprete y qué tema cantaba, eché manó del mejor amigo del melómano despistado, el Shazam. Y la respuesta no podía ser más evidente: Etta James y Trust In Me.



Todo esto viene a cuento de la reciente muerte de esa gran cantante. Me habría gustado tener tiempo para escribir algo en condiciones (como me hubiera gustado hacer también con el hombre que la descubrió, Johnny Otis, fallecido justo tres días antes), pero finalmente no he podido.

Así que rescataré de mis archivos la crítica del disco Matriarch Of The Blues (2000) que escribí para la revista de la desgraciadamente fenecida tienda Discos Del Sur (esta sí, una tienda que contribuyó a la educación musical de muchos en lo que a estilos de raíces se refiere). Sirva como humilde tributo a esa gran dama que siempre me emocionó con su voz y sus canciones, del At Last al I Just Wanna Make Love To You.

La magia de las grandes cantantes consiste en su habilidad de convertir una canción insignificante en una obra maestra emocional. Pero aún es más sublime cuando abordan temas que ya de por sí son magníficos: es lo que hace Etta James en Matriarch Of The Blues.

Descubierta por Johnny Otis, Etta se erigió hace décadas como una de las mejores intérpretes femeninas de blues, pero sus problemas con las drogas le mantuvieron apartada del espectáculo durante algunos años. Hasta que a finales de los ochenta, la veterana cantante vivió su regreso fulgurante.

Matriarch Of The Blues es otra pieza más de este retorno triunfal de Etta, quien en esta ocasión se enfrenta a una colección de canciones con una peculiaridad: han sido popularizadas por otros artistas, desde los Rolling Stones hasta Otis Redding.

Con su vozarrón en plena forma, la cantante consigue llevar a su terreno de rhythm & blues musculoso con metales soul el material más diverso, y no escatima esfuerzos ni recursos para ello: ruge, ronronea, suplica, gime, grita, gruñe y aúlla.

En el álbum abundan las versiones de artistas procedentes del soul y la música negra: O.V.Wright (el sensual rhythm & blues funk Don't Let My Baby Ride), Al Green (el soulero Rhymes), Little Milton (la tremenda balada soul You're Gonna Make Me Cry, a dúo con Mike Finnigan), Ray Charles (Come Back Baby), Koko Taylor (el slow Walking The Back Streets, con guitarra de rompe y rasga), Latimore (el funk pausado Let's Straighten It Out) y Otis Redding (la balada soul Try A Little Tenderness, con la base rítmica algo más acelerada, algo menos dramática y más sensual, y el slow Hawg For Ya, con una poderosa armónica).

Etta también aborda con acierto las canciones procedentes del rock: el Gotta Serve Somebody de Bob Dylan (un rotundo rhythm & blues), el Miss You de los Rolling Stones, y el Born On The Bayou de John Fogerty (más acelerado y funky que el original). Mención especial merece la versión del célebre Hound Dog (compuesto por Willie Mae Thornton pero popularizado por Elvis), que Etta devuelve a sus orígenes
rurales, al alejarlo del rock & roll y ralentizarlo en una versión desnuda asentada sobre ritmos de New Orleans.

Sin invitados de postín (a excepción del excelente guitarrista Leo Nocentelli), Etta James demuestra que, con más de cuarenta años de carrera, aún puede ostentar con todo orgullo el título de matriarca del blues.