25/8/14

¿qué quiere decirme Steve Earle?

Llevo un par de días escuchando “Train A Comin’” (1995) de Steve Earle una y otra vez. “Vuelta y vuelta”, como decía mi ex cuando viajábamos en su coche y no dejaba de sonar “En la imaginación”, el disco de Sílvia Pérez Cruz junto a Javier Colina que le regalé –y su mejor trabajo, por cierto, pese a quien pese-.

¿Tendrá algún significado? Raramente me pongo un mismo CD dos o tres veces seguidas, pero es que “Train A Comin’” es algo extraordinario, una obra con la que he conectado de forma especial en estos días aciagos.

Una vez liberado de sus demonios personales (adicciones variadas, cárcel…), Earle editó este disco a su gusto, totalmente personal, que marcó su declaración final de independencia de la factoría de Nashville, y mostró a un artista que regresaba a sus raíces y volvía a comenzar. Con exquisitos arreglos acústicos, un plantel de virtuosos de las cuerdas (Peter Rowan, Norman Blake y Roy Huskey Jr) y Emmylou Harris a las armonías vocales, recuperó canciones compuestas antes de los ochenta.

Su genio narrativo brillaba en tremendas baladas como la emotiva “Goodbye” o “Sometimes She Forget”, en el country-blues irónico de “Hometown Blues”, en la épica fronteriza de “Mercenary Song”, en las story songs “Tom Ames’ Prayer” y “Ben McCulloch” y en el hillbilly retro de “Mystery Train Part II” y “Angel Is The Devil”, compuesta “durante mis vacaciones en el ghetto”.

Y junto a sus magníficas composiciones, bordaba versiones de Townes Van Zandt (“Tecumseh Valley”), de artistas tan odiados por mí como los Beatles (“I’m Looking Through You”) y hasta del famoso “The Rivers Of Babylon” (otro de los temas que incluiría en mi ranking de “Canciones que aborrezco con toda mi alma”, pero que Steve transformaba en algo digno). Por si alguien lo dudaba, Earle dejaba claro que "este no es mi disco unplugged... Dios, ¡odio a la MTV!".

Por alguna extraña razón, no puedo quitarme de la cabeza este disco de resurrección y redención de un artista que reivindica con orgullo su talento entre la mediocridad reinante. Repito la pregunta: ¿tendrá algún significado oculto? ¿Debo leerlo/escucharlo entre líneas como una dirección a tomar en un momento en que mi vida va a la deriva? Ni puta idea…