En el proyecto "gitano" de Howe Gelb, junto a las inestimables aportaciones de Fernando Vacas, Raimundo y sus colegas, es de justicia destacar la participación en las mezclas de John Parish (en la fotografía superior de J.C. Cuevas, junto a Howe y Vacas). "De hecho fue Fernando quien lo sugirió. Y siempre busco alguna excusa para trabajar con John. Se ha convertido en un hermano leal desde que acudió cuando mi amigo Rainer estaba muriendo de cáncer cerebral. Pero en este caso también ayudó mucho porque pude explicarle de forma muy detallada cómo quería que sonaran las canciones y qué poner o sacar en las mezclas, lo que hubiera sido casi imposible con alguien que no tuviera el inglés como primera lengua. Y confío en su oído, tras haber trabajado con él antes en varias sesiones, para hacer lo que no puedo explicar".
Uno de los elementos que más llama la atención de Alegrías es su portada, un cuadro de Julio Romero de Torres de 1917 –técnicamente, un óleo y temple sobre lienzo de 161 x 157 centímetros-, que también da título al álbum. "Cuando estaba marchándome de un restaurante en Córdoba, me fijé en esa reproducción en la pared y me quedé clavado. Había algo en ese cuadro que parecía representar lo que estaba pasando en el tejado de Fernando. Más tarde, 'Panki' me dijo que el guitarrista de la pintura era su abuelo. Y entonces todo cobró sentido". De hecho, la identidad del misterioso guitarrista ha sido objeto de diversas especulaciones, como se explica en esta página.
Curiosamente, algunos expertos en la obra de Romero de Torres, como por ejemplo Mercedes Valverde Candil, dicen que este cuadro muestra unas "alegrías tristes", por la actitud hierática y distante de la bailaora -la catalana Julia Borrull (en la foto inferior)-, y que únicamente las palmas de la gitana y la sonrisa de Carola, sobrina del autor, situada algo detrás, demuestran esa alegría que el título sugiere.
Gelb tiene su propia lectura: "Me identifico con el guitarrista que probablemente nunca tocó antes en esa posición, pero a quien le pidieron hacerlo para la composición de la pintura. Pero al hacer eso lo asumió como un reto personal y su rasgueo fue captado en esa posición. Y eso es lo que me encanta –en una conversación telefónica posterior, Howe me contó que descubrió que ese guitarrista solía tocar así, y que no era una pose forzada para el cuadro–. La bailarina parece más feliz que la mayoría de bailarinas de flamenco, y las mujeres que la rodean están contentas de que ella esté delante para celebrar lo que es ser una mujer. Y todas saben también lo estúpidos que son los hombres, y se ríen sobre lo que tienen que soportar mientras mágicamente traen a más humanos a este mundo. Mientras el hombre solo puede manejar la chispa, ellas parecen personificar el fuego entero".
(continuará...)
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