Agosto de 1992.
Estoy desayunando
en el comedor del Hotel Le Meridien, en el 614 de Canal Street. Como dicen los folletos, "a
deluxe hotel located in the heart of the business district at the entrance to
the French Quarter". Sí, la
descripción es exacta: solo tengo que cruzar la calle para adentrarme en
Bourbon Street y perderme por el Barrio Francés de Nueva Orleans. Mientras
apuro mi café, se me acerca una camarera afroamericana, y señalando mi camiseta
(una del Festival de Jazz de Barcelona cuya edición no recuerdo) me dice que,
si me gusta “ese tipo de música”, debo escuchar una emisora. Coge una tarjeta
del hotel y escribe en el reverso: "Radio Station WWOZ 91.7 FM 90.7 FM".
Desde ese verano
fatídicamente olímpico le han ocurrido muchas cosas a Nueva Orleans: trece años
después, también en agosto, el paso del huracán Katrina dejaría graves secuelas
en la ciudad, y muchas de sus calles –incluso Canal Street- acabaron inundadas.
El hotel Le Meridien ya no existe y su lugar lo ocupa actualmente el JW
Marriott New Orleans. Afortunadamente, la WWOZ aún emite, e incluso la llevo
sintonizada en mi iPhone.
Sé que para muchos será
difícil de entender, pero mi viaje a la ciudad criolla supuso para mí un cambio
personal como el que dicen experimentar quienes van a la India: desde ese
momento, mi visión de lo que era la música se trastocó por completo, y durante
muchos años me dediqué a zambullirme en el crisol estilístico de Louisiana,
descubriendo talentos inimaginables de rhythm’n’blues, funk, zydeco, cajun, jazz,
rock’n’roll… la mayoría de ellos
ninguneados y despreciados por la industria musical y la prensa
especializada de este nuestro fantástico país.
Y
entonces llegó “Treme”, una serie que, de no haber sido una obra de los
creadores de la sobrevalorada “The Wire”, habría pasado totalmente
desapercibida en España. Y ahora, de repente, todos los críticos son expertos en la música
de Nueva Orleans cuando antes la despreciaban o sencillamente la ignoraban.
Bueno, amigos, dejadme deciros algo: “Treme” es LA SERIE que llevaba años
esperando.
Y es
ahora cuando las palabras que me regaló Willy DeVille (en una entrevista que
algún día verá la luz en este blog) cobran un verdadero sentido: “Definitivamente,
Nueva Orleans no es como América. Es un lugar donde van todos los criminales,
los que se esconden de la policía, los piratas… Todos los marginados y los
artistas van allí. Es una ciudad muy excéntrica, la gente está loca; pero no
les preocupa. Solo quieren tomar una copa, tocar música y pasar un buen rato”.
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