27/1/13

Tarantino, un DJ de película (1)

El reciente estreno de “Django desencadenado” vuelve a demostrar la habilidad de Quentin Tarantino para encajar las canciones más adecuadas para cada escena de sus magníficas películas. Por eso, es un buen momento para analizar sus obsesiones musicales, desde su debut “Reservoir Dogs” hasta “Malditos bastardos”. 

EL COLECCIONISTA DE VINILOS

En el cine contemporáneo, la utilización de canciones en una película responde la mayoría de veces a motivaciones simplemente comerciales: para promocionarla gracias a la presencia del cantante de moda y ganar más con las ventas del disco correspondiente. Con su debut “Reservoir Dogs” (1992), Quentin Tarantino alteró el panorama de las bandas sonoras al prescindir del score y sustituirlo íntegramente por canciones. Y es que para él, “colocar la canción adecuada en la secuencia adecuada es una de las cosas más cinemáticas que un director puede hacer”. 

  

Así deja muy claro el papel destacado de la música en sus películas, tan fundamental como la glorificación de la violencia: “Siempre he creído que mis bandas sonoras funcionan muy bien, porque básicamente son el equivalente de una ‘mixtape’ que haría para un amigo en casa. Para mí, las películas y la música van cogidas de la mano. Cuando escribo un guión, una de las primeras cosas que hago es encontrar la música que pondré en la primera secuencia. No puedo avanzar hasta que imagino cómo comenzaré y cómo será la música inicial”. 



Si siempre se ha dicho que Tarantino es un gran cinéfilo, con la música le pasa lo mismo: “Soy un gran coleccionista de vinilos. Tengo una habitación para los discos en casa. Cuando escribo un guión, lo que hago es revisar todos estos discos, para intentar encontrar buenas canciones”.

Lo mejor de todo es que el director raramente escoge temas demasiado conocidos para el gran público. De esta forma, la recuperación y utilización de algunas canciones las ha asociado para siempre a sus películas y las ha desvinculado de todo lo que pudieron suponer cuando fueron grabadas. Eso es lo que ha pasado, por ejemplo, en “Reservoir Dogs”, con “Stuck In The Middle” en la escena de la tortura, o el “Hooked On A Feeling” con su inconfundible “uka-chaka-uka-uka”, o en “Pulp Fiction” (1994) con el “Let's Stay Together” durante el discurso de Marsellus sobre el orgullo.



Al margen de la habilidad de Tarantino para saber encajar las canciones en las escenas apropiadas, también hay que destacar otro aspecto de sus filmes: la presencia de la música en los diálogos (la discusión sobre Madonna en “Reservoir Dogs”, por ejemplo) o en la propia narrativa de las historias (los personajes a menudo escuchan la radio en el coche).

La especial relación de la música con Tarantino se hace evidente en internet, donde puede encontrarse desde foros dedicados a sus bandas sonoras hasta una compilación de las letras de las canciones y diálogos incluidos en los discos.

Para conocer un poco mejor lo que significa la música en el mundo de Tarantino, lo más práctico es repasar por orden alfabético algunas de sus obsesiones, que encontramos repetidas en toda su obra: